La medicina holística o integrativa es tendencia de la medicina general. Se trata de pensar y abordar la salud y a la persona como un todo y no sólo focalizar en una enfermedad.
Fisiología, del griego antiguo physis, significa ‘naturaleza, origen’, y logia, que significa ‘estudio de’, es el estudio científico de las funciones y mecanismos que funcionan dentro de un sistema vivo. Históricamente, la fisiología es uno de los cimientos de todas las ciencias biológicas y médicas.
En mis clases de Medicina Herbal, además de aprender de plantas medicinales también introducimos lo que es la fisiología, la parte de la biología que estudia nuestros órganos.
Amo la fisiología, su precisión, sus mecanismos perfectos que hacen del cuerpo un engranaje funcional. Pero siempre me llamó la atención que, por lo general, se aprenda todos estos mecanismos de memoria. Cuando estudié Farmacia y Bioquímica en la Universidad de Buenos Aires, prefería relacionar los órganos y sistemas entre sí, necesitaba encontrar el sentido de los conocimientos que adquiría para poder, de esta manera, recordar sus funciones.
Con el tiempo, fui aprendiendo de que esa “limitación” que tenia con respecto a mi modo de estudio, era la forma que me llevó a entender el cuerpo como un todo unido, indiviso e integrado.
En la actualidad, cada vez más científicos consideran a la salud de forma integral y encuentran razones comprobables para justificar que las emociones afectan a nuestro cuerpo físico, y también nuestros pensamientos ejercen un efecto sobre él.
En realidad, somos sistemas complejos, integrados en otros sistemas complejos, todo nos afecta y también afectamos al todo. Por ejemplo: la Epigenética explica cómo el ambiente donde nacemos, crecemos y vivimos favorece que aparezcan o no ciertas enfermedades.
Cuando hablamos de ambiente, no estamos hablando sólo donde vivimos, incluye además, las experiencia que vivimos y cómo las vivimos.
Me encanta que la ciencia pueda explicar lo que las medicinas ancestrales dicen hace miles de años, siento que algo se está uniendo, siento esa integración y me llena de amor.
Cuando nosotros/as, como fitoterapeutas, o como cuidadores de la salud o cualquier otra función en la que estemos, podemos ver la imagen completa, a la persona completa y no un órgano aislado o un síntoma, vemos el estado del ahora y la línea de cosas que vinieron antes del ahora. Eso nos lleva a tomar acción real hacia el camino de la sanación y/o a mejorar nuestra calidad de vida. Ello nos eleva y nos permite visualizarnos como un todo, donde mente, cuerpo, emociones y ambiente se conjugan entre sí.
Porque somos conscientes de que todo está conectado, y que si tengo un problema respiratorio y no me alimento bien, aunque no vea la relación directa del alimento y el pulmón, esa comida me estará afectando, porque el alimento llega en principio al sistema digestivo, pero está todo finalmente conectado.
Todo lo que hacemos nos lleva a donde estamos. Somos conexión e integración en estado puro. Y, así como generamos un desequilibrio, tenemos que ser conscientes que podemos modificarlo.
Es por eso que los hábitos alimenticios y de sueño, los hábitos de movimiento y la forma en que manejamos el estrés son partes críticas clave para llegar a la salud: tomar una hierba sin hacer otra cosa puede solucionar un problema agudo rápido, pero para cualquier tipo de desequilibrio a largo plazo, si descuidamos estos otros factores, sólo estamos viendo una parte de nosotros. No es el todo.
Si cambiamos la forma en la que vemos el mundo, el mundo cambiará de forma.
Es momento de vernos como un todo, de dejar de buscar soluciones rápidas y de cuidarnos como merecemos.
Esto es lo que trato de compartir, una medicina más integrativa donde
las plantas medicinales, nos asistan en el camino de la salud.