La moringa es una planta originaria del norte de la India, conocida y utilizada en diversas culturas por sus múltiples propiedades nutricionales y medicinales. También llamada “árbol de la vida” o “árbol milagroso”, se ha ganado un lugar destacado entre los suplementos naturales por su riqueza en antioxidantes, vitaminas, minerales y compuestos bioactivos. Sin embargo, como ocurre con muchas plantas medicinales, su consumo no está exento de riesgos si no se utiliza con conocimiento y precaución. En este artículo, te contamos en qué casos la moringa puede no ser adecuada, qué efectos adversos podrían aparecer con un uso excesivo o inadecuado, y por qué siempre es importante consultar con un profesional de la salud antes de incorporarla de forma regular.

Antes de comenzar, es fundamental aclarar que cuando hablamos de contraindicaciones algo que debemos comprender es que no todas tienen el mismo grado de comprobación.
Dentro de las contraindicaciones podemos encontrar distintos grados de prohibición/limitación de consumo:
- Aquellas que sugieren NO consumir la hierba (en estos casos debemos acatar la información porque si lo dice es que está comprobado).
- Aquellas que sugieren una posible contraindicación (en estos casos debemos estar atentas porque habla de una posibilidad, no de algo de lo que se está 100% seguro; puede ser por falta de estudios científicos, por ejemplo). Lo reconocerás al leer “puede estimular, potenciar, inhibir”, “existe la posibilidad”, “parece que” y frases afines.
Siempre que tengas dudas, consultá a tu profesional de salud de confianza (que sepa de medicina herbal, por supuesto).
¿Qué partes de la moringa se usan?
De la moringa se utilizan principalmente las hojas, las semillas, las flores y, en menor medida, la raíz y la corteza. Las hojas se consumen frescas o deshidratadas en polvo, y son las más ricas en nutrientes y antioxidantes. Las semillas se emplean tanto por sus propiedades medicinales como para la obtención de aceite y en procesos de purificación de agua. Sin embargo, cada parte de la planta tiene una composición química distinta, lo que también implica diferencias en seguridad y toxicidad.
¿Es segura la moringa?
Los estudios disponibles muestran que las hojas de moringa, en dosis habituales, son seguras y bien toleradas. En particular, los extractos acuosos de hoja no han mostrado toxicidad significativa cuando se usan en cantidades razonables. De hecho, en ensayos clínicos se ha comprobado su efecto antidiabético y antioxidante sin efectos adversos relevantes.
Sin embargo, esto no significa que la planta esté libre de riesgos. El exceso de consumo, las formas concentradas, las diferencias entre extractos y el uso de partes más potentes (como la raíz o los preparados alcohólicos de semilla) pueden tener efectos adversos importantes. La moringa debe considerarse una planta poderosa, que debe usarse con moderación y bajo criterio profesional.
Efectos adversos posibles de la Moringa
Aunque la moringa es generalmente bien tolerada en dosis adecuadas, pueden presentarse efectos no deseados, especialmente al comenzar su uso o si se excede la cantidad recomendada. Los más frecuentes son:
- Náuseas, acidez o molestias digestivas
- Diarrea o alteraciones intestinales
- Mareos o bajones de presión en personas sensibles
- Cambios en el gusto o sabor metálico ocasional
La aparición de cualquiera de estos síntomas justifica suspender su uso y consultar con un profesional.
Contraindicaciones de la Moringa
Embarazo
El uso de moringa está contraindicado durante el embarazo, especialmente la raíz, la corteza y las flores. Estas partes contienen alcaloides como la espilantina y compuestos como la moringina, que han mostrado efectos abortivos en investigaciones preclínicas. Si bien no se han documentado ampliamente estos efectos en humanos, se desaconseja su uso por el riesgo potencial de estimular contracciones uterinas o interferir con el desarrollo fetal.
Lactancia
Aunque en algunas culturas se emplean las hojas de moringa para aumentar la producción de leche materna, la evidencia es insuficiente y contradictoria. Además, existen dudas sobre el paso de ciertos compuestos bioactivos a través de la leche materna. Por precaución, se recomienda evitar el uso medicinal de moringa durante la lactancia sin supervisión profesional.
Personas con hipoglucemia o medicación antidiabética
La moringa tiene efectos hipoglucemiantes, es decir, ayuda a reducir los niveles de azúcar en sangre. Este efecto es beneficioso en personas con diabetes tipo 2, pero puede ser riesgoso si se combina con fármacos que también bajan la glucosa, como metformina o insulina, ya que podría producirse una hipoglucemia. Quienes estén bajo tratamiento antidiabético deben consultar siempre antes de consumir moringa.
Problemas de tiroides
Algunos trabajos indican que ciertos compuestos presentes en las semillas de moringa pueden interferir con el metabolismo tiroideo, especialmente en casos de hipotiroidismo. Si bien los efectos dependen de la parte de la planta utilizada y la dosis, se recomienda precaución en personas con alteraciones de la tiroides o en tratamiento hormonal.
Uso prolongado y altas dosis
El consumo de extractos concentrados o dietas con alto porcentaje de hojas de moringa durante largos períodos ha mostrado alteraciones hepáticas, renales y celulares en estudios experimentales, sobre todo en dosis muy superiores a las que habitualmente consumiría una persona. Estos efectos adversos aparecen principalmente cuando se utilizan extractos no estandarizados, en dosis elevadas o por tiempos prolongados sin control.
Interacciones medicamentosas
La moringa podría interactuar con diversos medicamentos. Además del mencionado riesgo de hipoglucemia con antidiabéticos, podría potenciar el efecto de fármacos antihipertensivos, diuréticos o anticoagulantes. También se están estudiando sus posibles efectos sobre enzimas hepáticas involucradas en el metabolismo de fármacos, por lo que no se recomienda su uso simultáneo con medicamentos sin orientación médica.
Formas de consumo y dosis recomendadas de la Moringa
La forma más segura de consumir moringa es a través de las hojas, ya sea en infusión, en polvo seco añadido a alimentos, o en cápsulas de extracto estandarizado. Algunas opciones comunes incluyen:
- Infusión de hojas secas: 1 cucharadita (aprox. 1-2 g) por taza, una o dos veces al día.
- Polvo de hojas: hasta 1 cucharadita diaria (3-5 g), preferentemente con alimentos.
- Cápsulas de extracto estandarizado: seguir la dosis indicada por el fabricante o por un profesional.
- Uso en cocina: como condimento o ingrediente verde en sopas, batidos o ensaladas.
En todos los casos, se recomienda comenzar con dosis bajas e ir aumentando progresivamente si es bien tolerada. El uso terapéutico prolongado debe estar supervisado por profesionales capacitados.
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La moringa es una planta de gran valor nutricional y terapéutico, pero no por eso exenta de riesgos. Como ocurre con muchas plantas medicinales, su uso debe ser informado, cuidadoso y adaptado a cada persona. Evitar su uso en embarazo, lactancia y en combinación con ciertos fármacos es fundamental para prevenir efectos adversos. Siempre que se considere incorporarla, lo ideal es hacerlo bajo supervisión profesional, utilizando productos de calidad y respetando las dosis indicadas.
Florencia Fasanella
Farmacéutica especializada en medicina herbal e integrativa
Matrícula 17501
Referencias
- Gopalakrishnan L, Doriya K, Kumar DS. Moringa oleifera: A review on nutritive importance and its medicinal application. Food Sci Hum Wellness. 2016;5(2):49–56.
- Razis AF, Ibrahim MD, Kntayya SB. Health Benefits of Moringa oleifera. Asian Pac J Cancer Prev. 2014;15(20):8571–8576.
- Stohs SJ, Hartman MJ. Review of the Safety and Efficacy of Moringa oleifera. Phytother Res. 2015;29(6):796–804.